27-5-12 SEWARD: EXCURSIÓN FIORDOS DE KENAI.
Nos citaron a las 7 de la mañana en la recepción, que es un edificio también de madera, con un gran salón, chimenea, cómodos sillones, ordenadores y acceso a internet…, todo muy agradable.
Recepción del Hotel Windsong Lodge
No estamos apreciando, por ser ya la tercera vez que lo vivimos (en Noruega primero, y luego en el Báltico), que no se hace de noche, se queda con luz de amanecida a partir de las 12, y de nuevo, enseguida, se vuelve a ver el Sol.
Allí mismo nos recogió un autobús para llevarnos al puerto. Teníamos contratada con Holland la excursión “Fiordos de Kenai. La excursión es de día completo, dura 6 horas y lleva comida incluida.
Partiendo del puerto de Seward recorre los fiordos de Kenai, y su abundante flora y fauna, además de un paisaje maravilloso que incluye varios glaciares de marea que dan al mar.
Seward tiene un puerto bastante grande, con una zona de embarcaciones de pesca y recreo.
Salimos a las 8 de la mañana. Hace un día frío, pero maravilloso, con sol y nubes y una luz espléndida sobre el mar.
El barco de la excursión es pequeño, con solo dos cubiertas, una en la que tiene una zona de mesas y sillones corridos colocados en tres filas a lo ancho y, otra arriba, más pequeña, colocados en dos filas y rodeada de un pasillo con barandilla, para poder salir afuera.
La salida del puerto fue preciosa con el barco y las montañas nevadas reflejándose en el agua.
Y pudimos ver que el Statendam estaba ya esperándonos.
Al poco de salir, aparecieron dos ballenas. La emoción es indescriptible, ¡un animal tan grande, y que pase tan cerca del barco sin prestarle atención!
Poco después se acercaron varias. Me parecieron diferentes, tenían largas aletas que movían con movimientos lentos y como de baile. Según leí en el folleto que nos dieron en el barco, eran de la especie Humpback Whale y vienen, nada menos que, desde Hawaii o desde Baja California.
También encontramos delfines, leones marinos, pájaros, focas…
Una colonia de leones marinos en unas rocas, tomando plácidamente el sol.
Unas orcas que nos acompañaron un rato.
Y, para mí, de lo más esperado, sus glaciares.
Llegamos al Glaciar Aialik, y el barco fue adentrándose por el estrecho fiordo hasta quedar frente a él. Mientras, el capitán iba explicando la formación y evolución de los glaciares, modulando la voz, bajándola o subiéndola según lo que contara, en fin, creando ambiente en todo el barco.
Al poco todos estábamos afuera, a pesar de que hacía un viento bastante frío.
Fue recorriendo su frente y cuándo llegó lo más cerca que podía situarse, se colocó de lado y apagó los motores. El silencio era impresionante, nadie nos atrevíamos ni siquiera a hacer un comentario. De vez en cuando, crujía como si estuviera vivo o se desplomaba un bloque de hielo con un ruido tremendo, aumentado por el eco que producen las montañas cercanas, y que te resonaba dentro. Entonces, nadie podíamos evitar soltar una exclamación.
Y, de nuevo, el silencio total, como en una oración sin palabras.
Al rato, encendieron de nuevo los motores y el barco se giró para que su otro lado quedara también frente al glaciar. Primero fotografías las montañas y sus reflejos, el agua, los trozos de hielo que van acercándose al barco…pero, poco después, te vas al otro lado para seguir mirándole. Y solo deseas que vuelva a caer otro bloque, y resuene, y no quisieras irte nunca de allí.
Alguien de la tripulación “pescó” un pequeño iceberg, que debía pesar un montón, y lo subió al barco. Allí pudimos verlo y tocarlo, y no pude evitar pensar en los muchos años que tendría ese hielo desde que cayó en forma de nieve.
Todos volvimos adentro en el momento en que se puso en marcha y nos íbamos alejando ya que hacía bastante frío. Según nos dijeron, se llegaba también al glaciar Holgate si no lo impedía el estado del mar o el mal tiempo. En apariencia, no había ninguna de las dos cosas, pero no fuimos a verlo. Preguntaron al capitán, y dijo que era un glaciar u otro el que se visitaba. Sin embargo en el folleto que nos dieron, o en la página web, no es esa la versión…La verdad es que nos dio mucha rabia. Eran las 12 de la mañana, y la excursión se quedaba así un poco cortita.
Nos dieron la comida en un cestillo de plástico: era un wrap de pollo con ensalada, una bolsa de zanahorias y una barrita de cereales.
Tenías agua, té y café, de cortesía, en un pequeño bar, en dónde también podías comprar cualquier otra bebida
El capitán se situó frente a nosotros y con mapas y fotografías, durante un buen rato, fue explicando la geografía de los fiordos, y las diferentes clases de animales que habíamos visto o veríamos. De las ballenas contó mil y una cosas.
Así iniciamos el camino de vuelta, aparentemente muy despacito.
Paramos delante de unas rocas enormes, llenas de pájaros de diferentes especies, que era el “Alaska Maritime National Wildlife Refuge”.
Todo el tiempo estuvimos entrando y saliendo a la cubierta, aunque cada vez el día fue empeorando quedándose más nublado y con agua-nieve. Menos mal que no hacía demasiado aire.
Fueron pasando ofreciendo unas galletas con trozos de chocolate, recién hechas y calentitas, que estaban buenísimas, con un té para entrar en calor.Toda la excursión estuvo narrada por el capitán.
Desembarcamos a las 2 de la tarde, 6 horas justitas.
Nos esperaba el autobús de Holland pues, aunque el Statendam estaba al lado, hay que dar una vuelta hasta llegar al siguiente pantalán que da acceso a la zona de embarque.
El autobús salía a horas fijas, ya que es el shuttle puesto por la naviera para llegar desde el barco hasta la zona comercial del puerto, y había que esperar unos 15 minutos para salir a la hora programada. Para hacer más amena la espera, el conductor estuvo hablando, contando chascarrillos, historias, y, sobre todo, su vida; igualmente modulando la voz, animando a reírse… Estos americanos llevan en la sangre lo de ser showman y monologuistas y lo ponen en práctica cada vez que tienen ocasión.
También fue capaz de hacer pasar un álbum de fotos de su vida personal; pescando, haciendo barbacoas, con sus hijos, en una boda… Algo increíble para nuestra mentalidad, pero que fue bien acogido por todo el mundo.
Ni me imagino en España, que el conductor del autobús pase su álbum de fotos para entretener una espera.